Andre Pirlo parecía fuera de órbita cuando al Milan se le ocurrió el pasado verano, en una decisión que sorprendió a todo el fútbol italiano, prescindir de él para traspasarlo a la Juventus. El club rossonero creía que el fútbol de Andrea estaba agotado. La Vecchia Signora lo rescató para endulzar el proyecto de Antonio Conte, para dotarlo de fútbol y darle criterio.
Esto mismo es lo que hace en la selección italiana, la Azzurra. Italia necesita a Pirlo para ser su conductor, vertebrar todo la nueva idea de fútbol que Prandelli está intentando implantar en la nueva selección transalpina y, a vista de los resultados, está funcionando a las mil maravillas. Italia ha sido una de las selecciones que mejor fútbol ha practicado en la Eurcopa, dejando al camino a potentes selecciones como la inglesa y la alemana. A pesar de la aplastante superioridad de España en la final, Italia tiene la base para poder firmar una gran Copa Libertadores (2013).
A alguien se le podría antojar conservadora la opción del juventino como estrella de Italia, peros u maestría y compromiso lo exigen así. Por las botas de Pirlo pasan todos los balones y el dirige un mediocampo en el que las otras piezas sí parecen cambiables (De Rossi, Marchisio, Montolivo, Nocerino...).
Probablemente, a sus 33 años, este haya sido el último campeonato grande de Andrea, que terminará su carrera muy próximo al centenario de partidos con la selección italiana y con un palmarés de 3 Ligas, una Copa y una Supercopa en el ámbito nacional y una Eurocopa Sub 21 y un Mundial en el internacional. Un reconocimiento que demuestra la categoría de un mediocentro de los antiguos, de ésos que Italia echará mucho de menos cuando ya no estén.
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